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LIBERTAD EN EL ESPÍRITU


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Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación.

Filipenses 1:19

Cuando uno piensa en la libertad cristina, debe pensar en que Dios no nos ha dado su gracia por medida, sino completamente y por amor. Un comentario judío del siglo V d. C. de algunos libros del Antiguo Testamento dice: “El Espíritu Santo venía a los profetas por medida.” Al poner esta manera de ver el ministerio profético del Antiguo Testamento con las palabras del precursor de Cristo, Juan el Bautista, uno puede llegar a la conclusión de la mala percepción que se tenía de la obra del Espíritu Santo Juan 3:34: “Pues Dios no da el Espíritu por medida”. El ministerio de Juan el Bautista fue en una época de transición entre la antigua y la nueva dispensación. Por cuatro siglos no se registró la voz o ministerio de Dios en papel y Juan el Bautista comienza su ministerio anunciando a aquel que cumpliría todas las promesas mesiánicas de la antigua dispensación. Esta nueva etapa en la historia de redención estaría marcada por el cambio que el Espíritu Santo traería a la vida de sus ministros y el ministerio en general. Esta es la era del Espíritu que trae libertad de la esclavitud del enemigo.


La libertad que el cristiano tiene en el Espíritu le conforta, le anima para seguir hacía la meta. El Espíritu Santo no es una simple fuerza activa que nos lleva hacía la meta, el Espíritu capacita a la iglesia para el encuentro con su Señor y Salvador Jesucristo. Así que, para el cristiano el Espíritu Santo le es dado como una realidad permanente. Camina con él, le fortalece, la consuela, le sensibiliza para escuchar la voz de Dios a través de su palabra. El creyente ha pasado a ser templo y morada del Espíritu de Dios. Además, el Espíritu hace un trabajo de consejero para la iglesia en aquellos tiempos de bonanza nos frena para que reconozcamos que la honra es de Dios y en los tiempos de persecución fortalece nuestro espíritu para que no desmallemos.


La palabra que usan los escritores del Nuevo Testamento para describir el Espíritu Santo es Parakletos, esta es la palabra que Juan usa cuando Jesús les promete el Consolador a los discípulos Jn. 14:16,26; 15:26. Esta palabra también se puede definir como, uno que es llamado al lado del otro. El Espíritu vine a nosotros para quitar todas aquellas dudas, impurezas, destruir la confusión y para proveerle a la iglesia dirección. El Espíritu es nuestro compañero en este peregrinaje hasta la patria celestial. Además, el Espíritu capacita a la iglesia y la sostiene para que sea un testimonio vivo del Cristo resucitado y glorificado para que el mundo que no le conoce venga por medio de la obra del Espíritu y la palabra implantada en sus corazones al conocimiento del Hijo de Dios Hch. 1:8. La Palabra testigo viene de la palabra griega μάρτυς–mártus [Mártir], de esta palabra podemos aprender que el Espíritu capacita a la iglesia para que testifique aun con su sufrimiento y muerte si fuere necesario la grandeza y obra de Dios.


El apóstol Pablo apremia a la iglesia para que sea llena del Espíritu Ef. 5:18 y hace un contraste entre lo que es estar embriagado con vino en lo cual hay disolución y lo que s estar llenos del Espíritu de Dios. El Espíritu nos hace libres de todas aquellas cosas que nos atan a este mundo y nos consolida para vivir en un mundo perfecto, la morada del Gran Rey, Jehová de los ejércitos. Así que, podemos asegurar que no hay límites para la presencia del Espíritu en nuestras vidas. Es importante que el cristiano aprenda a depender del Espíritu porque no hay límite para su presencia y su de amor.

 
 
 

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